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Resistir

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Resistir 150 150 Tino Quintana

Hoy quería comenzar con cuestiones más personales y cotidianas, como las que me han ocurrido esta mañana. He ido a pesar peras y ciruelas, en un supermercado, para ponerles la pegatina del precio, y no era capaz de encontrarlas en la pantalla de la máquina. Acudió una chica a ayudarme y le di las gracias. He terminado comprobando la fecha de caducidad de la fruta por si acaso iba yo mismo incluido en el lote. A eso no se puede oponer resistencia. Se acepta o no y seguimos adelante o no. Es lo que hay.

También hoy he visto un nuevo carril para bicicletas fuera de lo común. El ciclista tiene que enfrentarse primero a una papelera y, después, a una farola. ¿Se imaginan ustedes al ciclista en cuestión luchando con la papelera y, seguidamente, subiendo la farola por un lado y bajándola por el otro? Tela marinera. A eso sí hay que resistirse.

Vamos entonces a lo que nos interesa. El Dúo Dinámico ha hecho popular la canción “Resistiré”, desde 1988, aunque sus autores hayan sido Carlos Toro Montoro y Manuel de la Calva. Fue un himno colectivo durante el confinamiento. Sonaba todos los días desde el horizonte de las ventanas. Era un modo de entender aquel momento de varios meses.

Pero, en realidad, vivir en tanto que resistir implica muchas más cosas. Tiene que ver, al menos, con la actitud pasiva de aguantar, soportar, tolerar o sufrir algo, y con la actitud activa de oponerse a la violencia de algo o de alguien. Esta última también se refiere a cualquier cuerpo o fuerza que se opone a otra, que “ofrece resistencia”.

Me parece que, en estos tiempos que corren, es necesario ser resistente frente a diversos procesos de desintegración y de corrosión que provienen de nuestro entorno e incluso de nosotros mismos: resistir a los “narcisos” que creen que sólo existen ellos en el mundo; resistir las alucinaciones de quienes toman por real lo que no lo es; resistir el dogmatismo de quienes se empeñan en dominar a los demás porque sí, porque toca; resistir el fanatismo de quienes viven pegados a sus ideas como las lapas en las rocas de la playa; resistir a los enterados y sabiondos, a los que se aprovechan del poder, a los corruptos. Resistir la “pantallización” del mundo, el servilismo de las redes sociales o el ninguneo de verse como unos “mindundis” en la sociedad global de Big Data.

Vivir en tanto que resistir es lo mismo que no ceder, es decir no a la prepotencia y la retórica vacía, al escaqueo, a los bulos y al estrés informativo, al fatalismo, al absurdo, a la parálisis producida por hacer el ridículo de quién puede mandar más.

Adoptar ese modo de vivir se parece a la resistencia eléctrica que, al resistir el paso de la corriente, da luz y calor. Es un tipo de resistencia que ilumina protegiéndonos de la noche, acercándonos las cosas y haciendo más confortable el espacio que habitamos.

«Nos salvamos por los afectos», decía Ernesto Sábato, pero «la inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios», como aseguraba Stephen Hawking. Nada tiene que ver con la colocación de papeleras ni de farolas delante de las narices. Un modo de superarlo consiste en resistir lo que nos disgrega, nos desorienta y nos confunde. Pues eso.

TINO QUINTANA

Profesor de Ética, Filosofía y Bioética Clínica (Jubilado)
Oviedo, Asturias, España

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