De vez en cuando dedico alguna página a ciertos asuntos que llaman con fuerza mi atención o me producen un gran impacto personal por su relación directa con la vida humana. El pasado martes, ya madrugada del día 17 de abril de 2013, he tenido la ocasión de ver un reportaje de TVE sobre un centro situado en Salteras (Sevilla) dedicado a la atención de personas con sordoceguera.
Resulta difícil transmitir todo lo que he percibido y sentido a lo largo el reportaje, pero sí puedo asegurar que me ha provocado emoción, ternura, admiración, agradecimiento, comprensión, solidaridad y, por contraste, una gran indignación al comprobar que ese centro atraviesa dificultades económicas cuando, por estas mismas fechas, se conoce la enorme gravedad de la corrupción y las cuentas en paraísos fiscales (y tantas otras fechorías más propias de “chorizos” que de ciudadanos) por parte de personalidades públicas de renombre. Lo mismo se podría decir con toda seguridad sobre la penuria que padece cualquier otra asociación, organización o centro de atención a personas con discapacidades o, como algunos prefieren decir, personas con “diversidad funcional”.
La sordoceguera dificulta enormemente llevar una vida autónoma e independiente, lo que incluye la formación escolar, la selección de oficio o profesión, la vida laboral, la vida en pareja o matrimonio, la educación y la movilidad para superar los problemas cotidianos. Todo ello produce riesgos muy graves de aislamiento y soledad. Por eso es tan importante la comunicación que resulta muy enriquecida cuando, además de contar con la ayuda de guías-intérpretes-mediadores, aprenden una lengua de signos de tipo dactilológico, es decir, escribiendo en la palma de su mano los signos del alfabeto o los signos de la puntuación del Braille.
Me estoy refiriendo concretamente al Centro Santa Ángela de la Cruz, situado como he dicho antes en la localidad de sevillana de Salteras. Es el único centro residencial especializado en sordoceguera que hay en España y se mantiene por medio de convenios o conciertos establecidos con la Junta de Andalucía, la Comunidad de Madrid, y la Comunidad de Castilla-La Mancha, además de una veintena de diversas entidades y colaboradores. Forma parte de la Asociación Española de Padres de Sordociegos (APASCIDE), que se fundó en 1991 con motivo de la primera Conferencia de Padres de Sordociegos de España.
Ha conseguido el reconocimiento oficial por parte de la Administración Española, definiendo la sordoceguera como “una discapacidad que resulta de la combinación de dos deficiencias sensoriales (visual y auditiva), que genera en las personas que la padecen problemas de comunicación únicos y necesidades especiales derivadas de la dificultad para percibir de manera global, conocer, y por tanto interesarse, y desenvolverse en su entorno”. Tiene también una gran relevancia el reconocimiento de los derechos de las personas sordociegas proclamado Parlamento Europeo en 2004.
1. EL RECUERDO DE HELEN KELLER
Resulta inevitable recordar aquí a Helen Keller (1860-1968), una sordociega norteamericana que rompió el aislamiento provocado por sus carencias aprendiendo a leer y escribir debido, gracias sobre todo a Anne Sullivan que, en realidad, fue su maestra, guía, intérprete y compañera. Así llegó a escribir una docena de libros, varios artículos, y fue una reconocida oradora de fama mundial. Había conseguido antes estudiar en varias escuelas para ciegos y sordos, hasta que ingresó en el Radcliffe College (Harvard) donde obtuvo en 1904 la Licenciatura en Artes. Ejerció la actividad política destacándose principalmente como defensora de las personas con discapacidad. Su influencia y popularidad ha permanecido:
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Varias calles dedicadas a su nombre en Getafe (España), en Lod (Israel), en Lisboa (Portugal) y en Caen (Francia), por ejemplo.
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Un hospital en Seffield, Alabama, con su nombre: Hellen Keller Hospital.
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Una institución específica para ciegos: Helen Keller Services for the Blind.
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Un centro de enseñanza para personas con discapacidad visual, el Colegio Helen Keller, en Santiago de Chile.
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El 14 de diciembre de 1964 recibió de manos del presidente Lindon B. Johnson la Medalla Presidencial de la Libertad, uno de los honores civiles más distinguidos en los Estados Unidos.
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En 1965 fue elegida para el Salón Nacional de la Mujer de la Fama en la Feria Mundial de Nueva York.
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El presidente Jimmy Carter autorizó en 1980 dedicar el 27 de junio como “Día de Helen Keller” coincidiendo con su 100 cumpleaños.